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28 enero, 2006

Carne trémula

Felisa Miceli, ministra de Economía del Gobierno argentino, anunció la implantación de un registro de exportadores de forma inmediata. Además, el registro, donde deben estar inscritos los ganaderos para poder exportar carne, otorgará ciertos permisos, siempre por operación. “El objetivo del plan es articular la demanda internacional con la demanda interna garantizando el abastecimiento a precios compatibles con los bolsillos de los argentinos”, dijo la ministra de Economía.

La medida es consecuencia del "tira y afloja" que el Gobierno de Néstor Kirchner tiene con los productores de alimentos para frenar el aumento de precios y por ende la temida inflación. El Presidente argentino, llegó a reunirse con dueños de firmas alimenticias para acordar un congelamiento de costos. Por esta causa, ha recibido numerosas críticas por “gastar energía presidencial” en temas que deberían resolver los ministros, y sospecha de que los funcionarios sean ineficaces.

En cambio, la carne es el producto que más preocupó al Gobierno, ya que siete de las entidades ganaderas – lideradas por la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP) y por la Sociedad Rural Argentina (SRA)- dieron marcha atrás con la firma de un acuerdo de precios. En ese momento, Kirchner acusó a los productores de ser "avaros" e "insensibles" por no reducir el valor interno de la carne.

El registro de exportadores puede hacernos sentir duda. Una duda sobre las leves consecuencias economicas para el estado en general, pero algo indudable es que la medida favorece al pueblo argentino y, más que nada, a la gente con menor poder adquisitivo.

En el país de la carne, del asado siempre compartido. En el país donde los amigos para recibirte cambian la áspera alfombra por un domingo de charla y parilla, donde un alimento une clases sociales -sólo diferenciadas por el vino que habita en la vieja bodega-, donde la carne es norma natural; los grandes empresarios del sector, amantes del neoliberalismo, de la oligarquía y de “duros” gobiernos anteriores, prefieren vender el asado en dólares, antes que compartirlo con sus “amigos”.