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13 abril, 2006

El turno de Buenos Aires

En estos momentos es otoño en Buenos Aires. La ciudad parece más triste por las hojas de los árboles en la vereda . Por la mañana, el silbido de los colectivos hace que personas sin hogar y transeúntes que se dirigen al trabajo salgan del ultimo estadío del sueño.

Un par de horas más tarde, el centro financiero de la capital, llamado microcentro, se llena de hombres con traje y corbata que caminan desorientados escuchando el último hit musical en su flamante mp3 y mujeres que portan en sus cinturas la tarjeta electrónica con el logotipo impreso de la empresa a la que representan, como si de un trofeo se tratase.

Alrededor de las seis de la tarde, la calle más importante del microcentro, la peatonal Florida, va perdiendo intensidad. En este momento, las cafeterías, bares y confiterías son el escenario de las tertulias más apasionadas de la capital, donde viejos abogados y jóvenes secretarias conviven respirando el mismo humo de cigarrillo.

La noche porteña comienza cuando los cartoneros (personas que deambulan por la ciudad buscando cartones y otros materiales que luego venden) salen a las calles con sus carros, y se mezclan entre niños malabaristas, adolescentes sin rumbo fijo e insomnes prostitutas. La noche en Buenos Aires oscila dependiendo de la zona. Por ejemplo, el concurrido microcentro pasa a ser un desierto y los lugares más transitados son los barrios de mayor nivel adquisitivo, donde están los bares que eligen los turistas para pasar su última noche antes del regreso a su cotidiana vida.

Así es Buenos Aires, la ciudad más importante de Latinoamérica, donde personas de diversas razas y condiciones socioeconómicas comparten, por turnos y de forma organizada, las calles.